Bienvenida al otoño

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Bienvenida al otoño.

Cristina Font comparte en este post inspiración para tu autocuidado y nutrición este otoño.

 

Voy caminando por el bosque, las últimas lluvias han modificado el paisaje y la temperatura a la que estaba acostumbrada estos últimos meses.

Puedo sentir un intenso olor a tierra húmeda, a minerales, a materia intensamente nutritiva. Puedo notar un silencio más profundo en los árboles, una menor actividad en los insectos, una temperatura que me invita a acurrucarme y a taparme con más ropa; siento cómo la expansión del verano invierte su rumbo para llevarme de camino hacia casa.

 

Veo algunas hojas desprenderse del nogal  y me invade una emoción que se acerca a la tristeza, la melancolía, siento la sensación de muerte, de final, de cambio, de transformación y permito, le ofrezco un lugar a esa especie de vacío.

Sé que ahora mi cuerpo, mi mente, mi corazón, necesitan una revisión, un espacio y un tiempo para recogerse y despojarse de todas esas hojas y ramas caducas, esas actitudes dañinas, esos condicionantes que arrastro desde hace siglos y que no me he permitido poner en tela de juicio…agradezco la verdad y valentía de la naturaleza cuando me muestra que no puede existir un nuevo brote si no permito la muerte de lo que ya tuvo su momento de plenitud y caducó.

Estos días de septiembre conllevan por fuera una gran cantidad de movimiento, de gestión, de organización; re-emprendemos rumbos, trabajos, proyectos…

Por dentro, nuestra esencia nos reclama a gritos una profunda escucha de nuestros ritmos internos.

Nuestro pelo pide ser cortado, reduciendo así las antenas que nos conectan con lo externo para poder prestar más atención a lo interno.

Nuestro hígado pide desintoxicarse para eliminar el exceso de fuego acumulado en verano.

Nuestros pulmones quieren más reposo y cambiar las dinámicas más sociales por un encuentro con nuestra intimidad.

El estómago empieza a deleitarse con los frutos sensuales y  maduros que ofrece  esta estación: las verduras anaranjadas y dulces, los frutos secos y las semillas, las cocciones más largas y calentitas que preparan mi cuerpo y mi mente para el frío invierno.

Mis riñones piden camisetas largas para sentirse cubiertos, protegidos, preparados para incubar y salvar energía para la época fría.

Mi mente necesita ordenar y discernir entre lo que va a ser nutritivo a partir de ahora y lo que debe soltarse por no contener ya más valor.

Mi alma quiere momentos a solas conmigo misma, quiere que la acoja desde una mirada neutra y sabia, para poder emprender la siguiente etapa con conciencia y desde la más pura verdad.

En otoño, se equilibra la cantidad de luz y de sombra. El día y la noche se equiparan en tiempo, se me muestran por igual mis virtudes y mis desafíos, presiento que pronto llega la época en donde la noche se alarga y la sombra gana a la luz…

Voy a ser paciente conmigo misma, voy a tratar con cariño y comprensión a esa Cristina que sufre, que duda, que tiene miedo…

El camino hacia la totalidad se me muestra cuando integro, perdono, acepto, Amo.

¡Feliz Otoño almas de luz!

 

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