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Por Myriam Negre.
Este artículo forma parte del ebook Somos Sabias. Una guía de autocuidado e inspiración para tu día a día.
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Me da mucho placer poder compartir con vosotras una simple rutina diaria que llevo practicando desde hace unos años y forma parte de mi vitalidad.
Pertenece a la tradición de la mujer sabia, la mujer centrada en el amor hacia una misma, respetuosa con la naturaleza y todas sus criaturas. Esta tradición nos habla de la compasión, de los rituales sencillos y de las hierbas que encontramos habitualmente paseando, que nos sanan y mantienen nuestra salud, plenitud y lo sagrado en nosotras.
Buena salud significa flexibilidad, apertura al cambio, la transformación y enraizamiento. La espiral es su símbolo y los poderes menstruales el centro de la misma. Se trata de nutrirnos no de arreglar algo, curarnos o equilibrarnos, nos nutrimos para relacionarnos con todo desde la espiral siempre cambiante, desde aquí los problemas se vuelven portales de transformación. Todo cambia y nos re-inventamos a cada instante en el viaje de la vida y la muerte.
Una de las formas en que yo me nutro diariamente es a través de infusiones de hierbas, y no necesitamos saber de muchas plantas, es mejor conocer pocas y muy bien. Los regalos de la Madre Tierra son únicos y cada una de las plantas integra una forma de energía que nos permite profundizar en nuestra conexión con ellas y convertirlas en nuestras aliadas. Pasar tiempo con las plantas de las que nos nutrimos, observándolas detenidamente, escuchándolas, hablándoles, conociendo sus ciclos y su forma de reproducirse, nos amiga con sus propiedades y hace que la nutrición sea mucho más profunda.
Yo me nutro diariamente de infusiones de ortiga, diente de león, raíz de bardana y raíz de diente de león y de vez en cuando violeta (hoja y flor). Nunca las mezclo ya que entonces no puedo reconocer cual me ha beneficiado y de qué manera.
No es la típica infusión de bolsita, eso es un placer, pero no nos nutre en profundidad. Para recibir las maravillosas cualidades de estas o cualquier planta que no contenga aceites, como la manzanilla, necesitamos hacerlo de la siguiente manera:
Hervimos 1 litro de agua, yo normalmente lo hago por la noche antes de ir a dormir, y se ha convertido en un pequeño ritual. Mientras en una pequeña báscula de cocina pesamos 30 gramos de la planta seca (yo suelo colocar el tarro en la báscula y la pongo a cero de nuevo e introduzco la cantidad de hierba) y la colocamos en un tarro de cristal con tapa de rosca, luego echamos el agua hirviendo, tapamos y dejamos reposar un mínimo de 4 horas o toda la noche (eso es lo que yo hago). Pasado el tiempo colamos la infusión en otro tarro de cristal con tapa de rosca exprimiendo bien la hierba para que salga toda el agua y listo. Tenemos un litro de infusión llena de vitaminas y minerales para disfrutar durante el día, o podemos mantenerla en la nevera y nos durará dos días. En el caso de la raíz, el procedimiento es el mismo, sólo que el lugar de poner 30 gramos en un tarro de un litro lo ponemos en un tarro de 500 ml.
¿Porqué estas plantas? Primero porque las tengo a los alrededores de casa y puedo acceder a ellas con facilidad y amigarme con ellas, segundo por sus maravillosas propiedades, que son una base muy completa para nutrirnos a lo largo de los años y especialmente cuando se acerca la menopausia. Durante la semana las voy rotando, aunque mi cuerpo suele pedirme una u otra, según la necesidad del momento, pero cada día bebo un litro mínimo de una infusión u otra, suelo tomar medio litro de una y medio litro de otra.
Os cuento un poco de cada una de ellas:
La ortiga:
Ya la conocéis, puede usarse el tallo y las hojas además de las semillas y la raíz (esta no la he probado aun) que son muy nutritivas. Nos hace prestar atención, afuera y adentro. Tiene altos niveles de hierro, cobalto, potasio, zinc, manganeso, vitaminas A, D y K, entre otros. Para mi es la base, es decir, puedo pasarme semanas bebiendo un litro de ortiga al día, porque me llena de energía y a la vez descanso plenamente por la noche, es una aliada de mis riñones ya que es diurética, laxativa y depurativa, tonifica las arterias, los pulmones y los intestinos. Es una maravilla para la piel y el pelo, y si nos sobra un poco el tercer día podemos aclararlo con la infusión para ayudarlo a estar fuerte y grueso. Las glándulas suprarrenales, el sistema circulatorio y hormonal se benefician enormemente de ella y es totalmente apta para mujeres embarazadas y lactantes. También se puede usar en la cocina, en sopas, zumos y ensaladas. Y también se pueden hacer tinturas con la hoja y la raíz, pero ese ya es otro capítulo.
Diente de león:
Esta planta es el doctor en casa, es un gran tónico para el hígado, el páncreas, el sistema urinario, circulatorio, inmune y nervioso. Contiene altos niveles de calcio, cromo, magnesio, y vitamina C entre otros. La raíz es una gran aliada de los senos, el útero y los ovarios, ayuda con los dolores menstruales, también con el insomnio y nos mantiene en plena forma.
La raíz de bardana:
No es una planta para las que tienen prisa, su acción es lenta pero segura y su acción es profunda en el sistema linfático y respiratorio, purificando la sangre y produciendo un bienestar emocional a todo nuestro ser. Un uso prolongado nos da energía vital en el acto sexual y nos libera de enfermedades crónicas. Tiene un alto contenido en hierro, tiamina, fósforo, potasio, calcio y vitamina C entre otros. Si eres una persona llena de fuego, exceso de energía, etc.… la raíz de bardana te enseñará una cosa o dos sobre cómo usar esa energía para tu mayor beneficio.
La violeta:
Bellísima flor que podemos comer directamente de la planta, llena de dulzura y amor. Desde Atlantis hasta la Antigua Grecia, las mujeres conocían sus propiedades, que van del sistema urinario al digestivo pasando por la vesícula biliar y las infecciones de la piel. Nos dan un gran aporte de vitamina C y A y tiene un gran efecto calmante en la cabeza y sistema nervioso, entre otras propiedades.
Os invito a probar esta forma diferente de relacionaros con las hierbas, a adentraros en la magia de conocer en profundidad las plantas, aunque sea una o dos, y con ellas recibir sus maravillosas y únicas propiedades, nutriéndonos para poder dar lo mejor de nosotras mismas y así enriquecernos y enriquecer la espiral de la creación.
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